La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), establece la inviolabilidad de la dignidad de las personas. Así, ante toda vulneración de derechos que roce o afecte los estándares generalizados y vigentes que se derivan de la dignidad -para señalarlo apartándonos de doctrinas o ideologías que con sus certezas suelen confundir y hasta teñir elementales nociones sobre lo necesario, lo justo, lo bueno y hasta lo digno-, estaremos hablando de derechos humanos.