En el mundo contemporáneo todo ser humano, por el hecho de serlo, es titular de derechos fundamentales que no pueden ser arrebatados o limitados por la sociedad o por el Estado. Sin embargo, la forma en cómo se conciben y practican los derechos humanos está permeada por la manera en la que la sociedad configura los prejuicios y costumbres de género, mismos que definen y establecen cómo debe ser el papel, el valor y la jerarquía de mujeres y hombres. Iberoamérica es un ejemplo de ello.