En el mundo contemporáneo todo ser humano, por el hecho de serlo, es titular de derechos fundamentales que no pueden ser arrebatados o limitados por la sociedad o por el Estado. Sin embargo, la forma en cómo se conciben y practican los derechos humanos está permeada por la manera en la que la sociedad configura los prejuicios y costumbres de género, mismos que definen y establecen cómo debe ser el papel, el valor y la jerarquía de mujeres y hombres. Iberoamérica es un ejemplo de ello.
Una de sus transformaciones más urgentes es la construcción y consolidación de la cultura de protección y promoción de los derechos de las personas, en especial de aquellos que garantizan una forma de vida con igualdad de género. Toda expresión o acto que atente contra la igualdad de género, aunque pretenda justificarse en determinada visión cultural o costumbre específica, es inaceptable para una nación incluyente y tolerante. Cuando una mujer sufre un acto discriminatorio ya sea en su casa, relación de pareja, escuela, centro de trabajo o comunidad, se resquebrajan los cimientos de respeto, tolerancia, equidad, libertad y justicia que sostienen a cualquier Estado democrático de Derecho. Ignorar la falta de equidad en materia de género no sólo es ética y políticamente una irresponsabilidad.
Nos convierte también en cómplices de una de las expresiones más dañinas de desigualdad que aún prevalecen en nuestra región. Debemos reconocer que los países de las instituciones que conformamos la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO) nos hemos sumado a los esfuerzos por abolir este tipo de conductas con la firma y ratificación de acuerdos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, así como la aprobación de diversos ordenamientos jurídicos nacionales. Estos avances legales son pasos importantes. Muestran que hay un camino hacia la igualdad que está definido con trazos firmes, pero cuyo recorrido muestra disparidades notorias.
Es hora de hacer realidad los derechos que ahí se consagran y desterrar actitudes que atentan contra la inclusión y la tolerancia. Como parte de sus esfuerzos a favor de la igualdad de género, la FIO ha puesto en marcha diversos programas que consisten en establecer una plataforma de objetivos estratégicos y líneas de acción, a fin de garantizar la no discriminación y el fortalecimiento de las capacidades de las mujeres y los hombres. Debemos hacer hincapié que en esta temática los derechos de la mujer reflejan un panorama de contrastes. Podemos contemplar un significativo proceso de empoderamiento que les ha dado acceso a mujeres dinámicas y modernas a reclamar cada vez más espacio en la vida pública.
Sin embargo, hay una gran cantidad de mujeres que se ven en la necesidad de luchar por sus derechos más elementales como la libertad, la no discriminación, el acceso a la alimentación, a la salud, a la educación y al empleo entre otros derechos inherentes a la condición humana. Inclusive para muchas mujeres lograr obtener una vida libre de violencia, tanto en sus hogares como en sus comunidades, es una cara aspiración sin colmar. Quienes constituimos la FIO estamos conscientes de esta realidad. Tenemos muy claro en nuestro horizonte de acción la importancia de consolidar el conjunto de derechos humanos que garanticen una mejor calidad de vida para las mujeres. Esto debe tener como estrategia la transversalización de la perspectiva de género en la estructura de trabajo de la FIO.
Una acción basada en la instrumentación de una política institucional de género con la finalidad de alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres al interior de cada institución y con proyección al exterior de la misma. Esta igualdad requiere de la voluntad política, de los recursos y de la implementación decidida de planes y programas hacia el interior de quienes conformamos la FIO. Para hacer realidad este objetivo, se ha elaborado este Manual para la formulación de Políticas Institucionales de Género, un instrumento de planificación que permitirá articular y darle coherencia a las distintas acciones en la materia, con base en un marco general, principios, valores, objetivos, ejes estratégicos, lineamientos, sistema de monitoreo y evaluación, para su implementación. Sabemos que no es una tarea fácil, pero estoy seguro de que lograremos cumplir con cada una de las recomendaciones y directrices que integran el presente documento.